Claude Michel Cluny

ALTIPLANO

Ahí donde escuchas el silencio

la violencia del azul infinito

ahí donde cantan las piedras dementes

a media voz –debajo de tus pasos–

ligeras privadas de memoria

los Hijos del Sol

se nutren de viento.


TACAMA

El hilo de plata de la flauta

cicatriz del silencio.

El desierto se deshila

con los latigazos del viento.

La muerte que ronda y vuela

sombra calva del cóndor.

El hielo humea alrededor de los volcanes

tazones volteados de fuego.

Los trenes de salitre antaño

en zigzag serpenteaban los barrancos

destripando la inmensa valija de valores

(cortes pulverizados)

y después acarreaban caballos y soldados.

El telégrafo rubricaba

sus combates

siempre más arriba hacia el norte.

La última locomotora

de Atacama

rumia piedras–

es todo lo que puede hacer

esa añeja vaca de cuero negro

a fuerza de acarrear el duelo

por todos los muertos

grises héroes de las patrias y del oro inglés.

Desde entonces se desguazan

las ciudades fantasmas.

La gloria se vende al precio del hierro

color del océano –salvo

los días de conmemoración.

Vestigios de la Guerra del Pacífico