Omar Martínez Ortiz

No hay retorno sin desaparición de la semilla.

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Coexistir sin presencia entre la densidad y la capacidad de ausencia. Entre el instante y el desvanecimiento. Entre el hambre y la sensación. Dignamente. Ser extranjero en el lenguaje y volcar el signo entre la sangre para reverdecer.

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La contradicción sólo es aparente. Has llegado al punto en que el tiempo y el alma se desdoblan sin oponerse. Es la sabiduría sin formulación.

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Desalojar por igual la desnudez y las raíces: tarea innoble pero necesaria para ver.

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Haz interna tu embriaguez. Que nadie pueda formular reparos a tu noche o al color de tu abismo.

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Ninguna obra humana es sinónimo de permanencia, de construcción.

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Tranquilízate. La emoción es insuficiente. No puede revertir el horror. El conocimiento de la relación hombre-conciencia no añade mayor significado al vacío.

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El fin, ¿dónde comienza?

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Nadie te acompaña. ¿A qué llamar al hombre?

El camino no cesa por tu voluntad o locura. Aniquílalo diariamente. Hazlo sin compasión.

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Deja la risa para la intimidad. Que la pasión sea objeto de exilio permanente.

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El sol no nace ni muere en tu alma. ¿Por qué pretendes afanarte en domesticar su luz?



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© Omar Martínez Ortiz