Jorge Nájar

MATE BURILADO 2

Ya oscurece y el aullar de los lobos

lame la piedra en la montaña.

Y él no ha podido condensar su vida

en la breve esfera del recipiente.

No se condensa una vida ni el dolor

ni los goces –piensa, añorante,

mientras entona una vieja plegaria:

En lo alto de la montaña, padre,

tus alas ardientes tejen caminos

para no olvidar / para volver

a estas cumbres donde tus manos

nos lavarán las cenizas del viaje,

cuando la vida haya hecho de nosotros

chasquido de viento en el desierto.

Con tus alas de plata que ahora

cierran el día y nos detienen,

ayúdanos pues a saber con quiénes

avanzar mañana por los senderos

donde engorda el escarabajo azul,

ayúdanos a cruzar los puentes

y a distinguir debajo de la escarcha,

entre las rocas, la tierra que soñamos

y de cuya savia esta vida pende.

Los lobos siguen aullando en la noche

y el artista saborea la esencia

de la coca mientras se repite:

no se condensa una vida ni el dolor

ni los goces, sólo su propia ficción.



ARTE RUPESTRE

Sobre la tierra de flores azules

nadie sueña ni canta, abuelo mío.

Únicamente doy testimonio que existe

entre tú y nos un río anaranjado

que funde tiempos y armonías,

indescifrables desde la montaña

donde se tienen tus ojos antiguos.

Dibujados en ella, arrancados de ti,

hay ademanes divinos y ajenos

que en la turbulencia del aire entran

a este patio donde el amor se extraña,

abuelo de plumas coloradas y negras

eternizadas en las celosías del Pajatén

y en las que tus ojos feroces no cesan

en su odio casi humano, casi nuestro.

Tan eterno en tu grandeza pareces

que sólo me dejas de consuelo

la imagen que aquí fijo –tu vuelo

altivo por la cañada entre los bosques

y en el que no canto ni sueño

más allá de tu altura.



ESPERANDO EL NUEVO DIA

Regresar a la posada donde duermen los huesos

de esta alma agitada y contemplar allí la tinta

de unas cartas recién llegadas del Perú: arden

mis querencias mientras yo agonizo en la distancia.

No hay quien no me pida volver pero nadie

evita la descripción del infierno y sus diablos:

«ya los bárbaros tomaron gran parte de la villa

donde alguna vez viviste a tus anchas;

ya encendieron fogatas en el patio de la casa

y ahora resuenan sus tambores esperando.»

Bah, a mi sueño le estorba la agitada realidad

y es inútil esperar a quienes se extraviaron en el mar.

A lo largo del naufragio he vivido

nutriéndome de quimeras: raíces, afectos.

He vivido enredándome en desaciertos:

la ilusión del poema denso y perfecto,

la toma de distancia para el goce mayor.

He vivido yendo y viniendo por los caminos

de todas las evasiones y ahora que los crucé

ya no sé si seguir esperando erguido en la proa

o si hundirme en los senderos de la contemplación

de unos lienzos donde sólo leo tragedias,

pesadillas perfectas pintadas para la eternidad.


(Pucalpa, Perú, 1946). Poeta, traductor y ensayista. Ha publicado los poemarios: Malas maneras (1973), Patio de peregrinos (1976), Arenas de Lutecia (1978) y Finibus Terrae (1984). Es autor de las novelas: Morir en la pradera (1990) y Mayushín: Ángeles & diablos. Obtuvo en 1984 el Premio Copé de la Segunda Bienal de Poesía Peruana y en 1994 la Beca Ayuda a la Creación, del Centro Nacional del Libro de Francia. La Pontificia Universidad Católica del Perú publicó recientemente su antología Poesía Contemporánea de expresión francesa.



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