Raúl Henao

ENIGMA AMOROSO

Al anochecer, el temporal dibuja el rostro de la mujer que huye a mi paso en un parterre de la ciudad.

Llegado a la mansión de la dama conjuro con un barbitón al caballero bermejo, antepuesto en el corredor laberíntico, cuya distancia me apresuro a salvar antes de la decimotercera hora en el campanario de la vecindad.

Al franquear su habitación, la dama se incorpora del lecho intentando ocultar el ala asomada en su costado izquierdo. Mitad lechuza, mitad mujer, me mira fijamente a los ojos.



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© Raúl Henao