César Dávila Andrade

TAREA POÉTICA

Dura como la vida la tarea poética,

y la vida desesperadamente

inclinada, para poder oír

en el gran cántaro vegetativo

una partícula de mármol, por lo menos,

cantando sola como si brillara

y pinchándose en el cielo más oscuro.

Atravesábamos calles repletas de sal

hasta los aleros, y la barba

se nos caía como si sólo hubiera estado

escrita a lápiz.

Pero la Poesía, como una bellota aún cálida,

respiraba dentro de la caja de un arpa.

Sin embargo, en ciertos días de miseria,

un arco de violín era capaz de matar una cabra

sobre el reborde mismo de un planeta o una torre.

Todo era cruel,

y la Poesía, el dolor más antiguo,

el que buscaba dioses en las piedras.

Otro fue

aquel terrible sol vasomotor

por entre las costillas de San Sebastián.

Nadie podrá mirarte como entonces

sin recibir

un flechazo en los ojos.