Muhsin Al-Ramli

Nació en Irak (1967). Reside en España desde 1995. Doctor en Filosofía y Letras, y Filología Española Universidad Autónoma de Madrid 2003; el tema de su tesis fue: Las huellas de la cultura islámica en el Quijote. Traductor de varios clásicos españoles al árabe. Autor de: Regalo del siglo que viene (Amman 1995); En busca de un corazón vivo (Madrid 1997); Hojas lejanas del Tigris (Amman 1998); Migajas esparcidas (Novela - El Cairo 1999), Premio Arkansas 2002 por la versión inglesa: Scattered Crumbs; y Las felices noches del bombardeo (El Cairo 2003). Coeditor de la revista cultural Alwah.


NO a liberar a Irak de mí

Esta tinta derramada en vuestra prensa

es la sangre de mi país.

Esta luz diluviada de vuestras pantallas

es el brillo de los ojos en los niños de Basora.

Éste que está sollozando en la oscuridad

de su exilio

soy yo;

huérfano después de que hayáis matado a mis padres:

Tigris y Éufrates;

Viudo después de que hubierais crucificado

la pareja de mi alma: Irak

Oh... por ti, tierra mía: crucificada

de entre las regiones.


Ay... de vosotros, señores de la guerra

Escuchadme:

No a la fiesta de los ejércitos en el tejado

de mi casa.

No al verdugo que habéis plantado

o al que vais a plantar.

No a vuestra libertad caída sobre las cabezas

de mi gente en bombas

No a liberar Irak de mí o a mí de él.

Yo soy Irak.


Mis hierbas son las letras y sé lo que quiero.

Dejadme a mí mismo, a mi rabel

y a vuestra ausencia.

Volved a vuestras películas detrás del océano.

Dejad para mí lo que queda

de los minaretes, de los mausoleos

de mis ancestros,

de las tumbas de mi familia, ...

Y bebed de las copas del petróleo

hasta que os saciéis.


Robad la miel del azufre y la arena del desierto.

Llevad con vosotros vuestros clientes.

Llevaos al dictador con cada parte de vosotros que ha comprado con mi sangre.

Llevad lo que queráis y marchad,

dejadme solo

con lo derribado de los sueños de mi hermana,

con el incendio de las palmeras en las orillas de Mesopotamia,

con los huesos de mi padre

y el té de la merienda.

Dejadme solo

con las canciones tristes del sur,

con la danza degollada del norte

y con el pavo real de los Yasidíes.

Dejadme solo

curando las heridas de mi tierra Irak

Solo...

igual que María...

solo con mi solitario...

Mi país: el crucificado de entre las regiones.

Sabré cómo animar su resurrección.


Sabré cómo renacer de su ceniza.

¿Acaso habéis olvidado que él es el creador

del Fénix?

Ay, un infierno, para vosotros señores

de la guerra

Escuchadme:

No asustéis a las nubes de Bagdad

con vuestros aviones.

No sembréis soldados en nuestro jardín.

No quitéis la chilaba a mi madre.

No. Grito no a liberar Irak de mí o a mí de él.

Yo soy Irak.

Las aldeas han florecido de mi abrigo,

y sé lo que quiero.

Dejadme a mí mismo, a mi familia

y a vuestro olvido.


Madrid, 30 de marzo 2003